Mindfulness: atención plena (II)

 



¡Hola otra vez! Hoy os seguiré hablando de mindfulness, ya que, como vimos en el anterior post, tiene un montón de beneficios en nuestro día a día. Primero, un poco de fundamentación, para que podáis ver que no me invento todo lo que pongo 😜😜

Habitualmente, los niños y niñas no saben cómo gestionar la ansiedad y el estrés. Esto hecho provoca que se reduzca su rendimiento escolar, ya que la ansiedad provoca falta de atención, disminuye la concentración y la retención de conceptos y contenidos, entre otros. Todos esos síntomas, puede llegar a generar en los niños un nivel de estrés importante, que tampoco saben gestionar.

Por todas estas razones (y más) se recomienda tanto introducir el mindfulness en el aula, ya que lo único que aporta son beneficios.

Algunas de las razones por las que introducir el mindfulness en el aula son (Arguís, Bolsas, Hernández y Salvador, 2012):

     Aumenta la concentración.

     Reduce los automatismos.

     Logra un mejor control de pensamientos, emociones y conductas.

     Permite un mayor disfrute del momento presente.

     Aporta efectos físicos favorables: relajación, mejora de la respiración, regulación de la presión arterial, potenciación del sistema inmunitario, etc.

     Provoca cambios positivos a nivel neurológico.


Y ahora, a la práctica. Cómo introducir el mindfulness en el aula.

Os traigo algunas  actividades pensadas para iniciar a nuestro alumnado en la atención plena. La primera, puede servir como introducción, ya que es una actividad muy conocida y, sobre todo, visual.

  • La técnica del globo: indicamos a las niñas y niños que se sienten en el suelo, con espacio suficiente para que no haya posibilidad de que se molesten. Cogemos un globo y lo inflamos. A continuación, dejamos que se desinfle, para que sirva de ejemplo. Les pedimos que respiren como los globos: hinchándose completamente, y soltando el aire poco a poco. Podemos repetir todas las veces que haga falta.
  • Atención al propio cuerpo: en esta actividad, les contaremos una especie de cuento, en el que tienen que hacer lo que se narre en él. Podemos sugerirles que cierren los ojos, pero en ningún caso será una norma. Poner música relajante de fondo siempre es una buena idea, o, incluso mejor, audios con sonidos del mar. Esta actividad sirve para que, poco a poco, empiecen a ser conscientes de su cuerpo, ¡no solo para mindfulness! La narración sería así:
               Imagina que estás echado en la playa. Siente el sol en la cara, y el tacto de la arena en las manos. Toca la arena, y aprieta las manos para sentirla completamente. Ahora, suéltala. Cógela otra vez, aprieta muy fuerte, y vuelve a relajarte.

En este momento, después de tomar el sol, tienes mucho calor, así que decides ir a darte un baño. Empiezas a caminar, haciendo presión en cada pie, uno después del otro. Y, después, los relajas. Puedes seguir caminando lo que necesites, apretando los pies y relajándolos.

¡Mira! Has encontrado una concha en la orilla. Tienes que tensar la espalda y la barriga para agacharte y cogerla. Ya puedes relajarte. Vuelve caminando a la toalla para seguir tomando el sol. ¡No te olvides la concha!

¿Qué es eso? Escuchas un sonido raro, así que mueves el cuello a la izquierda y después a la derecha, para ver qué es el ruido. Pero, no pasa nada, era solo una gaviota. Así que te vuelves a echar en la toalla, cruzando los brazos en la mesa y apoyando la cabeza.

En el último ejercicio, tienes que sentir cada parte de tu cuerpo: los dedos de los pies, el pie izquierdo y el pie derecho; las piernas, y no te olvides de las rodillas; la barriga y la espalda. Los dedos de la mano izquierda, y la mano izquierda, siguiendo por el brazo, hasta el codo y el hombro; y, otra vez, con la parte derecha: dedos, mano, codo y hombro. El cuello, boca, nariz, ojos y orejas.

Cuando termines de sentir cada parte de tu cuerpo, puedes empezar a prestar atención al momento siguiente otra vez.

  • Atención sensorial: con esta actividad, haremos a nuestros alumnos y alumnas conscientes de lo que están percibiendo mediante los sentidos, así como que se den cuenta de que siempre están sintiendo algo, aunque no lo suelan pensar. Empezaremos la actividad respirando profundamente varias veces. Les daremos una hoja y material para escribir a cada uno, y les pediremos que piensen y escriban o dibujen (como más cómodes se sientan):
    1. Un sabor que les guste.
    2. Dos cosas que estén oliendo en ese momento.
    3. Tres cosas que estén escuchando.
    4. Cuatro cosas que estén tocando.
    5. Cinco cosas que estén viendo.


  • Respiración abdominal: la última actividad, como no podía ser de otra forma, es un ejercicio de respiración. Para ser más exactos, respiración abdominal. Les pediremos que se tumben en el suelo, con los ojos cerrados (si se puede ser, si no, no hay problema). Les pondremos una pequeña bolsita con arroz, un peluche pequeño, o cualquier otra cosa en el estómago, y les diremos que tienen que mover el objeto solo mediante la respiración. De esta manera, practicando, se irán acostumbrando a la respiración abdominal, la cual tiene un montón de beneficios tanto para la mente como para el cuerpo.
Cuando se vayan acostumbrando a la respiración abdominal, podemos utilizarla en multitud de ocasiones: cuando hay alguna pelea o disputa, al volver del recreo, cuando estén excesivamente inquietos, etc., ya que sirve para calmarse y pensar en el presente en cualquier situación.

La lista de actividades de mindfulness es infinita. Solo hace falta un poco de imaginación y muchas ganas de trabajar. En internet hay cantidad de recursos para niñes, adolescentes y adultes de todas las edades. No existen los límites.











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